No es algo que el mundo dice, es algo que la Biblia menciona una y otra vez. (Proverbios 23,7)
Nuestros pensamientos tienen un papel crucial en nuestra vida. Por eso, Pablo siempre puso énfasis en renovar nuestra mente. Pero, no con cualquier pensamiento sino con los pensamientos de Dios.
Esto no solo se limita a unas áreas de nuestra vida, sino a toda nuestra vida.

¡Hola!
Yo soy el claro ejemplo de que los cristianos podemos sufrir de depresión, y no era solo una cristiana de domingo. Me convertí a los 12 años y desde ese entonces solo quería conocer más a Dios, asistí a estudios bíblicos, discipulados e incluso estudié por dos años en una escuela bíblica, todo eso antes de los 19 años.
Pero, toda Palabra debe ser probada, entre en una crisis profunda de identidad, “no sabía qué hacer con mi vida”. Estaba estudiando la carrera de Fisioterapia, y ya llevaba varios ciclos, cambiar de carrera no era una opción, al menos no para mi familia.
Así que, entre en un bucle de odio a sí misma, “por qué elegí esto”, los fantasmas del pasado regresaron y una ansiedad por el futuro me invadió, donde la única salida viable para mí era el suicidio.
Si, también tenía pensamientos suicidas, esto no fue algo que vino de repente, desde que era una niña ya sufría de esto. Todo mal, en ese contexto mi pregunta era “donde esta Dios, porque no me ayuda, porque no me ama”. Todo lo que aprendí parecía inútil, pero solo una palabra persistió: “soy salva por gracia”, sabía que mi salvación no dependía de mis obras, así que pensaba que sí moría tenía la esperanza de ir al cielo.
Después que mi vida fue acomodándose, al menos exteriormente, trate con mis fuerzas de volver a Dios, de levantarme y tratar que todo estuviera bien. Sin embargo, lo que hagas en tus fuerzas tiene un tiempo de caducidad. Un día, paso algo que me llevo al pasado, de repente lo acepté, yo seguía sufriendo de presión y seguía en el mismo lugar, me acosté en la cama y solo dije una oración de la más simple y corta “Nunca salí de esto, ya hice de todo y no sé qué más hacer”.
Me rendí, dos meses después esa oración tuvo una respuesta, mientras escuchaba “Al que está sentado en el trono”, la presencia de Dios me invadió, el Espíritu Santo me guio a una predica de Sanidad del corazón, oré y esa noche recibí mi sanidad y liberación de la depresión. Al día siguiente, desperté con ESPERANZA, no pensaba más en el suicidio y me sentía extrañamente bien. Además, recuerdo que Dios me dio una palabra: “Es momento de entrar a la Tierra Prometida”.
A partir de allí, mi relación con Dios dio un giro increíble, les dije que yo oraba, leía la Biblia e iba a estudios bíblicos. Pero, muy pocas veces oí su voz, mi relación aún se basaba en el Dios de los cielos y yo alguien insignificante. Pero, después de esto, empecé a oírlo, empecé a comprender la Palabra con discernimiento, a disfrutar de las predicas, a disfrutar de su presencia.
Pero, incluso después de probar su maravillosa gracia, aún me quedaba en mi cabeza sus palabras “es momento de entrar a la Tierra Prometida”, y en vez de recurrir a Él y pedir su ayuda para hacerlo, yo me esforcé para entrar, me esforcé para que sus promesas se cumplieran en mi vida, que conseguí: frustración, cansancio y dolor.
Aunque no me aleje, si dude, en varias oportunidades. Hay algo que entendí hace un tiempo: “Un milagro no te cambia la vida, la renovación de la mente si” (Carlos Catarí). Yo experimenté un milagro increíble, pero eso no trajo grandes cambios en mi vida, aunque tenía paz en mi interior y ya no pensaba en el suicidio, por todos los traumas que viví en mi infancia, había muchas cosas que reparar: inseguridad, baja autoestima, miedos y mucho más.
Cuando nos convertimos en cristianos es el espíritu quien recibe vida, el alma no. Por eso, la Biblia habla de la “salvación del alma”, esto no se refiere o no pone en duda si iremos al cielo o no, habla de renovar la mente, pensar como Dios piensa.
Y, esto no se resuelve de la noche a la mañana, es un proceso a veces lento, a veces rápido, pero necesario si queremos caminar en el destino y propósito que Dios tiene para nosotros. Hoy muchas de las bendiciones que Dios tiene para nosotros no las recibimos, la principal razón es porque limitamos a Dios con nuestra forma de pensar.
Nuestra vida no va a cambiar si nuestra forma de pensar no cambia, pero no viene de un esfuerzo propio, viene de la comunión con nuestro Dios. Todo lo bueno lo recibimos por su gracia y misericordia, para su gloria.
Aquí, voy hablar de identidad del Hijo, nuestra identidad, pero también de temas incómodos para muchos cristianos como del dinero y negocios. La Biblia no se limita a ningún tema, porque Cristo es más que suficiente para nosotros, pero a veces caminamos como si nos faltara cosas.
Tenemos preocupaciones diarias acerca de las finanzas, acerca de nuestro futuro, no sabemos hacia dónde ir, pero cuando descubrimos sus misterios las piezas se empiezan a ordenar y empezamos a ver con caridad.
¡Es momento de poseer nuestra Tierra Prometida!