Sabes que todo lo que ha creado Dios debe obrar en abundancia, todo lo nacido de Dios ha sido diseñado para prosperar, no fue una opción, es un mandato de Dios. Y eso incluye al ser humano, entonces porque parece que las limitaciones son más fuertes que las posibilidades, que las carencias están por encima de la abundancia o la pobreza ha escondido la prosperidad.
En Génesis 1,28 el primer mandato de Dios fue: fructificad y multiplicaos, es decir vivan en abundancia, según los diseñe. Desde el inicio de la creación, Dios dejó claro cuál es Su deseo para la humanidad: bendición, crecimiento y multiplicación.
Este versículo no es solo un mandato biológico, sino también un principio espiritual y financiero que revela el corazón del Padre para sus hijos. Hoy vamos a conocer que significa “fructificar y multiplicarse” en el contexto de las finanzas y cómo aplicar ese mandato en tu vida diaria.
¿Qué significa “Fructificad y multiplicaos”?
La palabra “fructificar” proviene del hebreo parah, que significa dar fruto, ser productivo, crecer.
“Multiplicaos” se traduce del hebreo rabah, que implica aumentar, amplificar, expandir.
Dios no nos creó para vivir paralizados o estancados, sino para el avance y crecimiento, es decir que este mandato es la autorización del cielo para prosperar.
Existen muchas enseñanzas y doctrinas acerca de la prosperidad económica, refiriéndose a ella como mala o algo no alineado con Dios. Pero esto es falso, desde un comienzo el plan de Dios fue que viviéramos en abundancia y prosperidad.
1. Dios te diseñó para prosperar
Una vez escuche esta frase “es imposible que fracase”, en su momento pensé que había altivez en esta declaración, pero si analizamos la verdad de Dios, lo cierto es que es parte del diseño original de Dios es que vivamos siendo productivos, dando fruto, es decir viendo resultados reales en nuestras vidas.
La prosperidad no es un invento ni un mensaje motivacional, desde el inicio vemos a un Dios que coloca al ser humano en un huerto lleno de recursos, con todo lo necesario para vivir, crecer y gobernar (Génesis 2:8-15).
Entonces podemos decir que:
- Fructificar implica usar tus dones, talentos y tiempo para producir frutos: ideas, negocios, soluciones, impacto.
- Multiplicar es escalar lo que produces: enseñar, delegar, emprender, dar fruto en otros.
La pobreza no es parte del plan original de Dios. Entró al mundo por el pecado, pero Cristo vino a restaurar todas las cosas, incluyendo nuestra relación con el trabajo, el dinero y la abundancia.
Incluso, creo que la mentalidad de pobreza que hay hoy en día en la Iglesia es sin lugar a dudas el plan del enemigo para impedir el avance del Reino. Porque, seamos claros, sin recursos económicos es imposible que el Reino avance, que la predicación del Evangelio avance.
Debemos tomar en serio este mandato, porque no se limita a nosotros, a vivir bien nosotros, sino que, en un punto, nuestra mirada debe estar en cómo puedo ayudar a otros, en cómo puedo ayudar a extender el Reino de Dios con lo que tengo en mis manos.
2. Prosperidad no es igual a avaricia
Cuando amamos a Dios tenemos miedo de ofenderlo, de hacer algo que no le guste, es decir caer en pecado. Por eso, es común que muchos creyentes se cuestionen si está bien querer ser prósperos económicamente, si está bien querer tener dinero, se cuestionan si eso no los hace avariciosos.
Pero, la realidad es esta: prosperar no es lo mismo que amar el dinero. Dios no está en contra de la riqueza, pero sí está en contra de la codicia, el egoísmo y la avaricia.
“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero…” (1 Timoteo 6:10)
La prosperidad bíblica se define como tener todo lo necesario para cumplir el propósito de Dios en tu vida, y más que suficiente para bendecir a otros. El dinero es un instrumento para ayudarte a cumplir la voluntad de Dios en esta tierra, nunca es el destino.
Si tenemos claro esto podemos avanzar confiados, pero si tu deseo de tener riquezas es resultado de carencias internas o traumas (por ejemplo, de niño nunca tuviste lo suficiente) es mejor parar, entregar esos miedos a Dios y que sea Él quien nos muestre su verdad.
3. Multiplicar es parte de tu mayordomía
Jesús lo enseñó claramente en la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30).
Los siervos fieles multiplicaron lo que se les dio, y fueron recompensados. El que no produjo nada, fue reprendido.
Esto nos enseña que Dios espera frutos de nuestras manos, porque es nuestra naturaleza. Cuando plantas un árbol de manzanas, no esperas que te de uvas, porque no es lo natural, su naturaleza es dar manzanas.
Así mismo, nuestra naturaleza es crecer y dar fruto. Pero, porque a veces no pasa esto, esta parábola nos responde con claridad, el siervo que no dio fruto TENIA MIEDO.
El miedo es un tipo de fe, pero en vez de hacerte avanzar te mantiene paralizado, esto no glorifica a Dios. Lo que glorifica a Dios es el crecimiento, pero esto también viene con la ayuda y la sabiduría del Espíritu Santo.
4. Aplicando Génesis 1:28 a tus finanzas
Emprende con propósito
Si tienes la idea de emprender, no se trata de saltar a la piscina sin saber si hay agua o no, se trata de que si Dios te dijo salta debes hacerlo. Él te creo con dones y talentos, Dios quiere que los uses para generar ingresos que lo honren.
Administra con sabiduría
Multiplicar no es solo ganar más, sino usar bien lo que tienes. Un corazón fiel con poco será bendecido con mucho (Lucas 16:10).
Invierte con visión
Multiplicar requiere tomar decisiones estratégicas: aprender, capacitarte, sembrar en proyectos.
Sé generoso
Nada multiplica más que dar con fe. La generosidad desata cosechas espirituales y materiales (2 Corintios 9:6-8).
Fructificar no es una opción: es un llamado
“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.” (Juan 15:8)
Dios es glorificado cuando damos fruto: en nuestro carácter, en nuestras finanzas, en nuestras relaciones. Prosperar requiere obediencia y es necesario permanecer en Jesús si queremos dar fruto, porque si Él nada podemos hacer.
Recuerda que tu ADN espiritual es el mismo que el de Jesús, quien siempre vivió en victoria, nunca perdió, incluso cuando fue a la cruz, Él sabía que allí estaba ganando, solo en tres días se manifestaría su victoria.
Por eso, debes recordar que, aunque ahora parece que vas perdiendo, si entiendes que tu naturaleza es la de prosperar, pronto se manifestará tu victoria en lo natural, porque en lo espiritual ya ganaste por Cristo Jesús.
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