Internet está inundado de frases como “emprende online y gana dinero rápido” “X maneras para ganar dinero con Internet” o “trabajos secundarios que puedes empezar hoy”. Estoy segura que has visto al menos algunos videos de esos y quizás has tratado de ganar dinero con alguna de esas maneras.
No te sientas mal, yo empecé así en el mundo online, tratando de ganar dinero llenando encuestas, viendo videos o haciendo algunos de esos “trabajos secundarios”. Pero, no quedé allí, cuando empecé a estudiar Marketing Digital, empecé a emprender de una manera “más seria”, con Marketing de Afiliados, SEO de nicho y Redacción web.
Mi intención no era otra que ganar dinero, y aunque te repiten, lo primero es ayudar a otros, mi corazón estaba inclinado a tener dinero. Que conseguí, muy pocos resultados. Uno de los grandes errores es perseguir el dinero pero hay otros mas. Si quieres emprender o ya has iniciado pero no has visto resultados o has visto muy pocos, este artículo es para ti, sigue leyendo y descubre los errores más comunes al emprender si eres cristiano, incluso si tienes un negocio tradicional.
1. Emprender sin buscar la dirección de Dios
Muchas veces tenemos una idea de negocio, damos los primeros pasos y esperamos que Dios lo bendiga, cuando como cristianos debemos buscar primero a Dios y su dirección y recién allí comenzar a actuar.
“Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…” (Salmos 46,10)
Es necesario preguntarle, y luego guardar silencio, esperar su respuesta, que puede venir como una imagen en nuestra mente, una voz muy suave en nuestro interior o de muchas otras maneras.
Pero, cuidado es muy probable que Dios no te responda al instante, incluso puede pasar días o semanas para tener su respuesta. El tiempo es quizás, la prueba de fuego que solo su voz vencerá, porque si viene de tu propia voz o incluso del enemigo, ninguna de esas voces resistirá el tiempo.
Es difícil, claro que sí, porque mientras esperamos su respuesta el tiempo sigue avanzando, el desánimo puede llegar, pero tú debes insistir, insistir y no rendirte. Una vez tengas su respuesta, si es un SÍ, es allí donde debes actuar, correr y avanzar.

2. Poner el dinero por encima del propósito
Has pensado que el propósito de todo negocio es el dinero, no valdría la pena poner un negocio para no ganar. Pero, no es así como funciona el Reino de Dios, nosotros no perseguimos el dinero, seguimos a Dios, nuestro deseo es hacer su voluntad, responder su llamado, obedecerlo y servir a la gente.
Y, como resultado el dinero debe seguirnos a nosotros y no al revés. Cuando esto no es así, muy probablemente tenemos cosas que arreglar con Dios acerca del dinero. Uno de mis mayores temores era quedarme en 0, mi miedo era resultado de vivencias pasadas, inseguridades y no creía en verdad que Dios era mi proveedor, mi fuente.
Esto no se soluciona de la noche a la mañana, pero cuando estamos dispuestos a que Dios nos ayude Él lo hará.
3. No actuar
Tienes la idea, sabes que es de Dios, pero… no te sientes listo, no tienes la suficiente confianza. Te voy a decir algo que aprendí hace poco, ningún negocio prospero inicio con alguien que estaba lo suficientemente listo o que era lo suficientemente capaz.
Incluso, cuando Dios te llama a emprender probablemente no estés listo, cuando Dios llama no llama a los listos y preparados, llama a los dispuestos.
Es como empezar a manejar, tienes la licencia de conducir, pero no estas lo suficientemente listo para manejar por las calles, porque solo lo estarás cuando te subes al carro, pones las llaves y avanzas por las calles. Al comienzo con cuidado, nervioso, lento, pero estás allí presente y lo haces, y vuelves al día siguiente y al siguiente, de repente ya sabes manejar y lo haces muy bien.
Así es empezar un negocio, no tienes que saberlo todo, no tienes que calcularlo todo, debes responder a su llamado, dar el paso, empezar y dejar que sea el Espíritu Santo que te guíe.
4. No entregarle los resultados a Dios
Te gusta tener el control, no eres el único, deseamos saber el cómo ¿Cómo lo voy a conseguir? No es suficiente que Dios nos de la idea de negocio, queremos saber todos los detalles.
Pero, no podemos controlar los resultados, antes yo me ponía metas financieras, por ejemplo, este mes quiero ganar 1000 dólares y cuando no lo conseguía me sentía frustrada y enojada, pero hoy cambie eso. Porque no lo puedo controlar, lo que sí puedo hacer es fijarme metas, por ejemplo, crear contenido tres veces a la semana, o subir tantos pines por día.
Otro problema común es cuando planificamos a detalle, es malo no, es necesario sí. Pero, lo que está mal es confiar en nuestro plan. Cuando no sabía que hacer buscaba a Dios, oraba y tenía mi tiempo con Él. Cuando supe que hacer y hacia mi plan, dejaba de lado a Dios, era como decirle, ya sé que hacer no te necesito ahora.
Pero, estoy aprendiendo a depender de Dios cada día, incluso teniendo mi plan semanal, cada día oro y le pido “Espíritu Santo muéstrame que es lo que quieres que haga hoy” y hago silencio para esperar su respuesta. A veces, llega con rapidez otras veces solo debo confiar, avanzar con el plan y saber que Él está.
Nuestro negocio, incluso si todavía es una idea, debe depender de Dios, los resultados vendrán cuando confiamos que es Él y no nosotros, eso lo veremos a más profundidad en el último error.
5. Compararse con emprendedores del mundo
Sabes a cuantos emprendedores deje de seguir o ver, a la mayoría, porque siempre pensaba “nunca seré capaz de ser como ellos” o “no puedo hacer lo que ellos hacen”. Veo mis pobres resultados con sus grandes resultados y me siento torpe e inútil.
Hasta que entendí que no se trata de mí, sino lo que Dios puede y quiere hacer a través de mí. Pero, la comparación es a veces inevitable, al menos al comienzo, el problema es que muchas veces pueden llevarnos a competir de manera incorrecta.
Dios no quiere que nos comparemos con otros, porque cada uno de nosotros tenemos un camino único y distinto. En Gálatas 6:4 Pablo nos dice:
“Cada uno examine su propia conducta… sin compararse con nadie”.
6. EXTRA: Hacerlo en tus fuerzas
Esto es hermoso, por eso lo deje al final, como hijos de Dios, buscamos agradar a Dios y haremos lo necesario para que así sea. Así que, cuando Él nos dice hacer algo saltamos y corremos, lo hacemos. Pero, al final del día terminamos exhaustos, ¿cansados y sin resultados?
Espera que paso aquí, no era acaso una idea de Dios, porque no parece funcionar, porque no ves resultados, porque no hay más que cansancio, estrés y frustración.
Cuando Dios nos dice que debemos hacer, no quiere decir que lo tenemos que hacer en nuestras fuerzas, eso quiere decir que lo que nos mandó a hacer lo debemos y solo lo podemos hacer en sus fuerzas, con su maravillosa gracia, con su ayuda.
Así que, si tu negocio no te está trayendo paz, alegría y gozo, y sabes que fue una idea de Dios, quizás no tienes que trabajar más, sino descansar, entrar en el descanso de Dios que solo la gracia puede dar.
Pues todos los que han entrado en el descanso de Dios han descansado de su trabajo, tal como Dios descansó del suyo después de crear el mundo. (Hebreos 4,10)
Entramos a su descanso cuando recibimos de su gracia, esto da como resultado, paz, tranquilidad, incluso cuando las cosas no salen como esperabas. La gracia se recibí, no se gana y lo primero es pedirlo.
Haz esta oración:
“Señor reconozco que he respondido a tu llamado, pero en mis fuerzas, las cosas no han resultado fáciles y solo quiero rendirme, pero hoy dispongo mi corazón para rendirme ante ti, que no puedo en mis fuerzas y por eso necesito tu ayuda, necesito tu gracia, ayúdame, enséñame y muestra tu verdad”.
Siendo sinceros, a veces los errores no se pueden evitar, porque son resultado de la falta de conocimiento, de un corazón no sano o de una mente no renovada. Pero, en Dios siempre hay esperanza, solo debemos rendirnos a Él, comenzar a tenerlo como nuestra guía, el CEO de nuestro negocio, esperar su voz y actuar en obediencia.
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