A menudo tu voz interior te dice: no puedes, no eres capaz, no lo lograrás, al cabo de un tiempo lo compruebas. Tenías razón, no eres capaz o quizás… solo decidiste que así fuera.
Muchas veces somos nosotros mismos quienes saboteamos nuestro avance, nuestra voz interior no está alineada con la verdad de Dios y el resultado es desalentador.
Pero, siempre hay una solución, una luz al final del túnel, es posible cambiar nuestro diálogo interno, para ver milagros como lo que le pasó a la mujer del flujo de sangre que se relata en la Biblia. Quieres saber más de esta increíble historia y como tú también puedes transformar tu dialogo interno, entonces sigue leyendo.
La mujer del flujo de sangre: una mentalidad alineada con la fe
En Marcos 5:25-34, encontramos a una mujer que había sufrido por años una enfermedad debilitante (flujo de sangre). Gastó todo lo que tenía buscando una cura, sin resultados, incluso le iba peor. Pero cuando escuchó sobre Jesús, comenzó a decirse a sí misma:
“Si tan solo toco su manto, seré sana.” (Marcos 5:28)
Este pequeño pensamiento, este diálogo interno cargado de fe, fue suficiente para llevarla a actuar, vencer la vergüenza, y acercarse a Jesús en medio de una multitud, tocar su manto y recibir su milagro, fue sana instantáneamente. Pero, su milagro no comenzó cuando toco su manto, comenzó cuando cambió lo que se decía a sí misma.
Nuestro diálogo interno se debe basar en una esperanza
Imagina a esta mujer, por doce años sufrió esta enfermedad, los primeros años quizás no fueron tan desalentadores, buscaba soluciones, pagaba por doctores y posibles curaciones, pero al no ver ningún resultado, imagina su desilusión, su dolor, su trauma. Después de doce años, quizás se había rendido, quizás pensó “así moriré, no hay nada más para mí”.
Hasta que escucho de Jesús, el hombre que, hacía milagros, que sanaba enfermos, Él único que podía ayudarla y estaba allí, cerca de ella. Una oportunidad única, no podía perderla, tenía que acercarse y llegar a donde estaba.
Recordemos que, en el contexto cultural y religioso judío del tiempo de Jesús, una mujer con flujo de sangre era considerada “ritualmente impura” según la Ley de Moisés, y por tanto no debía tocar a otras personas ni ser tocada.
Su fe empezó a florecer en base a una esperanza, y no cualquier esperanza sino una Esperanza Viva: Cristo Jesús. Mientras su fe aumentaba, ella empezó a hablarse a sí misma: Si toco tan solamente su manto, seré salva.
Es entonces que esa fe empezó a llevarla a actuar, camino hacia Jesús, decidida, sin importarle el resto y un milagro ocurrió: Fue sana.
Cambia tu diálogo interno para cambiar tu vida
En base a esta historia, tenemos un gran ejemplo para empezar a cambiar nuestra vida y poder avanzar:
1. Lo primero es reconocer que tu única esperanza es Jesús.
A diferencia del mundo, nuestra esperanza no está en nuestro propio esfuerzo, capacidades o talentos, tampoco está en las personas, en tu familia o carrera. Solo puede estar en Cristo Jesús.
2. Deja que tu fe empiece a florecer
Fe en Jesús, ya que hay una línea muy delgada entre tener fe en tu fe y fe en Jesús. Es común confiar en nuestras propias acciones, incluso si estas parecen muy piadosas. Si oro más, si leo la biblia un poco más o si ayuno, todo esto es bueno pero nuestra fuente es Jesús, lo demás son canales, a través de los cuales recibimos de Él.
3. Empieza a hablarte a ti mismo
No se trata de auto convencimiento, es aceptar la verdad de Dios. La mujer del flujo de sangre aceptó la verdad que su único salvador seria Jesús.
En vez de decirte “yo puedo, yo puedo”, puedes cambiarlo por “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, no viene de ti, el milagro no viene de tu esfuerzo, es producto de su gracia.
Esto también implica no hacer caso del ruido externo o la voz del enemigo. Siempre habrá otras voces, pero ya no importan, tu voz que declara la verdad de Dios será más fuerte cada vez.
¡Actúa!
La mujer del flujo de sangre caminó hacia Jesús para tocar su manto, caminar es un verbo, es acción. Cada caso es particular, no puedo decirte que debes hacer, pero cuando miramos a Jesús como primer paso, la claridad vendrá a nuestra mente, porque Él no es un Dios de confusión y sabremos qué debemos hacer, porque la fe nos moverá a actuar.
Muchas veces lo primero que queremos hacer es saltar y actuar, pero lo que Dios no enseña es cree primero y luego actúa. La mujer del flujo de sangre pensó diferente, habló diferente y actuó diferente, es como un domino, una vez tiras una pieza las demás empezaran a caer.
Algunas verdades bíblicas que debemos recordar
Nuestro cambio de mentalidad debe estar basado en lo que Dios dice, no en lo que otros dicen. Algunas verdades si estas luchando en la vida laboral, financiera o estas sufriendo una crisis de identidad son:
- “Mi Dios suplirá todo lo que me falte.” (Filipenses 4:19)
- “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:13)
- “El Señor es mi pastor, nada me faltará.” (Salmo 23:1)
- “Fui creado con propósito y diseño.” (Efesios 2:10)
La renovación de la mente comienza con lo que escuchas, meditas y te repites. Si no reprogramas tu diálogo interno con la Palabra de Dios, tu mentalidad seguirá contaminada por experiencias pasadas, palabras ajenas o pensamientos del enemigo.
Parte práctica: ¿Cómo transformar tu diálogo interno según la Biblia?
Identifica tu área de lucha:
Qué área de tu vida te provoca mayor sufrimiento, si estás aquí probablemente es el área financiera o laboral.
- ¿Qué pensamientos, situaciones o acontecimientos te llevaron a luchar o sufrir en esa área?
- ¿Pide en oración la ayuda del Espíritu Santo para que te ayude a discernir por qué estás en esa situación?
Reconoce la verdad de Dios
Busca versículos que declaren lo opuesto. Escríbelos, medítalos y empieza a leerlos en voz alta. Puedes usar afirmaciones bíblicas como: “Soy hija de Dios, y Él cuida de mí.”
Esto es necesario hacerlo a diario, así como tenemos hábitos para cuidar nuestro cuerpo (tomar agua, hacer ejercicio, etc.), debemos tener hábitos para cuidar y renovar nuestra mente. Recuerda que lo hacemos con la ayuda de Dios y no en nuestras fuerzas.
Puedes empezar con una oración: Dios ayúdame a renovar mi mente, a pensar, hablar y actuar como tú quieres que lo haga, ayúdame a tener hábitos que me lleven a una transformación real, en mi mente y en mi vida. Te lo pido en el Nombre de Jesús, AMÉN.
No se trata de solo pensamientos positivos; el diálogo interno es una herramienta espiritual para alinear la mente con la verdad de Dios. Como la mujer del flujo de sangre, un cambio en nuestra manera de hablar puede impulsarnos a tocar el borde del manto de Jesús y
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